«Las Hilanderas de Morphia»
* Dimensiones: ( 200 x 110 cms)
*Técnica: Estuco, óleo, pan de plata, textiles y áridos.
* Este cuadro habla del «sueño» como herramienta de orden y resolución de conflictos.
* Nos encontramos en Morphia, el reino de los sueños. En este caso, adopta la forma de un espacio inspirado en la mezquita de Córdoba, tan sugerente y cautivadora. Los sueños construyen paisajes que suelen ser la mezcla de varios, atrapados en la memoria, con unas u otras relaciones sensoriales o emotivas.
* Es la estructura interior de la mezquita, con sus arcos de herradura a bandas de colores tierra, rojiza y clara. Este lugar, transmite la sensación que estar en un sitio donde la perspectiva investiga nuevas posibilidades y cada giro de cabeza o posición, dentro de ese mar de columnas, supone un descubrimiento nuevo en el concepto de profundidad y movimiento. Como nubes aborregadas, como olas del mar, como estructuras internas de órganos o microfotografías que descubren las maravillas y la perfección que es capaz de crear la naturaleza. Realmente, recuerda a las formas onduladas del propio cerebro, donde empieza a elaborarse este trabajo. Este lugar, naturalmente, tiene una puerta de entrada y otra de salida.
* En el centro de la escena, se desarrolla la entregada actividad de las Hilanderas de Morphia. Ellas son el resultado paralelo, en el terreno onírico, de la actividad que desarrollaban las parcas y el destino. Su trabajo es el de deshilachar los nudos y recuperar el orden; de tejer filigranas de comprensión y la harmonía.
* Allí aparecen las almas, con nudos producidos por la confusión y el miedo; la inseguridad y los falsos dogmas. Estas les devuelven el orden personal y la sana coherencia. En el sueño, todo tiene sentido; los condicionantes terrenales no tienen importancia; las reglas son básicas y claras.
* Las hilanderas son tres:
a) La primera porta una máscara animal de león, relacionado con la protección, la serenidad de pensamiento y la cautela. Sus ojos revelan un cariño y concentración “maternal”. Como la madre que prepara a sus hijos para la vida, sin alegría ni tristeza, con atención y cuidado. Imaginando todo lo bueno y lo malo que le depara la vida. Representa la parte pasional, emocional, orgánica. Simboliza la lucha interior y la luz solar, la mañana, la dignidad real y la victoria.
b) La segunda, porta una máscara humana. Con todo lo bueno y malo que ello conlleva. Con toda la racionalidad e irracionalidad; la lucha interior bajo la máscara, con toda su ansia de probar y aprender. Representa la parte más instintiva; más imperfecta… más humana.
c) La tercera está representada por un dragón alado que emerge de una espiritual lámpara de aceite. Este confiere la fecundidad, a todos los niveles, porque se vincula a las energías del agua y, por tanto, al principio yin. Es, también, representante de las energías activas.
* Al fondo, acunada por la suave perfección del mar de columnas y suelo líquidamente plateado, una joven duerme ingrávida. Después del la fase de hilado, procesa lo aprendido y crece emocionalmente. Se prepara para el despertar y la nueva y fresca visión de la vida, con nuevas soluciones e ilusión.
* En el extremo derecho, un alma permanece atrapada en el “árbol de las llaves”. Buscando las claves de los conflictos; de las grandes y pequeñas decisiones. Comprendiendo y asimilando o, quizá, atrapado en el laberinto de la indecisión y la duda. Sus dedos se convierten en filigranas arabescas que invitan a la concentración y el infinito.
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